Inspirado por la idea de un curso el cual estaba tomando de nombre «Fotografía del retrato», un día se nos pidió que fotografiemos un sujeto. Con las fotografías debíamos de representar fielmente la labor de esa persona, que de tan solo mirarlas sepamos a que se dedica.
Pensé que sería una tarea sumamente fácil ya que solamente tenía que buscar por ejemplo un policía y se me haría sumamente fácil. Pero en un momento decidí salir a la calle a tomar un poco de aire y contemplar el exterior en busca de un poco de inspiración, entonces en ese mismo momento me topé con dos niños muy peculiares y los cuales me preguntaron que si quería limpiar. Acepte y uno de ellos, de estatura más baja que el otro, tomó la iniciativa y comenzó a desarrollar su labor muy entusiasmado.
No intercambiamos muchas palabras.
Al finalizar su labor les pagué y me retiré, di la vuelta e inmediatamente me llegó la idea de, ¿Y por qué no hago mis fotografías de estos niños? Su labor es tan digna como la de cualquier otro profesional en su área. Procedí corriendo a buscar mi cámara dentro y luego corrí por toda la calle en busca de ellos. Al cabo de unas esquinas los encontré y los mandé a detenerse, con todo y que tenía el corazón en la boca.
Les pedí que si me permiten hacerles unas fotos, en lo cual accedieron un poco tímidos. Tuve que hacerles muchas preguntas y al cabo de unos minutos comenzaron a posar libremente y dándome guías de cómo querían ser fotografiados. Al finalizar, cuando ya estaba satisfecho con el resultado, me pidieron que se las mande por correo. A veces tienen la oportunidad de usar una computadora y las podían ver.
Parte el alma tener que ver a niños realizando labores en horas en las cuales deberían estar estudiando y aprendiendo para ser mejores mañana, es cierto que el trabajo dignifica al hombre, pero todos deberíamos de tener la oportunidad de disfrutar plenamente esa etapa inicial de nuestras vidas. Yo espero que eso algún día cambie.